A la mañana siguiente me despertaron unas voces en un idioma desconocido que provenían de la planta baja de la casa. Me levanté y fui al cuarto de baño, me aseé y vestí con un traje de pana marrón. Me fijé en que ya no estaba nuestro antiguo espejo y en su lugar había un enorme hueco para el nuevo. Caminé hacia las escaleras con la idea de bajar al pasillo y mirarme en el nuevo espejo pero cuando llegué vi a un par de jóvenes vestidos con unos petos de trabajo. Iban cargando con el espejo de piedra y por detrás mi esposa les iba dando órdenes y cuidando de que no golpearan las paredes con él. Los muchachos iban hablando en un idioma desconocido para mí y parecían algo inquietos.
Me eché a un lado y deje pasar a los dos porteadores que se dirigieron a nuestra habitación. Amanda pasó junto a mí y me dio un beso en la mejilla y siguió detrás de los muchachos, guiándoles. Se oyó un fuerte ruido y un arrastrar de algo pesado e inmediatamente los dos jóvenes salieron rápidamente de la habitación y bajaron por las escaleras. Apareció mi mujer con un par de monedas en la mano y con una mirada extrañada en la cara:
- Que raro... no han querido nada de propina. Nada más colocar el espejo se han marchado corriendo, ya lo viste.
-Mejor Amanda, esas monedas que les ibas a dar nos harán falta como la situación siga como hasta ahora.
Pasé a su lado y fui a mirarme en el espejo. Me ajusté la corbata frente a él y me limpié las hombreras de la chaqueta. La verdad que el espejo encajaba bien en la habitación, daba un toque rústico... Me fijé en las figuras de los bordes de piedra, me dio la sensación de que las escenas en ella grabadas habían cambiado. Seguían representando actividades cotidianas de algún tipo de tribu... pero algo había cambiado en ellas, parecían mucho más vivas que el día anterior. El tono verdoso de la piedra era ahora mucho más notable y la superficie del espejo tenía ese mismo reflejo. Quedé ensimismado mientras me miraba y por breves segundos todo lo de mi alrededor desapareció y solo estaba mi reflejo. La voz de mi mujer desde el pasillo me sacó de aquella especie de trance, sacudí fuertemente mi cabeza y salí a toda prisa de la habitación con una pesada sensación en mi pecho.
-Alfred, vamos a desayunar- Repetía Amanda mientras bajaba las escaleras.
Bajé algunos escalones por detrás de ella y la seguí a la cocina. Me senté en la mesa y observé a Amanda mientras preparaba el desayuno. Hubo algo en sus movimientos que me extrañó, parecía moverse algo más lento que de costumbre y titubear un poco a la hora de coger las cosas de los armarios, además no podía quitarme de la cabeza la sensación de que se paraba unos instantes frente a cada cristal de la cocina...Saqué aquellas ideas de mi cabeza, debía ser que aún no estaba despierto del todo. Nada iba mal... que equivocado estaba pensando eso.
Tomamos el desayuno, la dejé limpiando la cocina y el resto de la planta y subí a mi despacho. Me cerré con llave por dentro como hacía siempre y me senté a escribir. Recogí la pluma y la mojé en tinta. Miré fijamente a la hoja de papel en blanco que me esperaba sobre la mesa. Podía escribir con maquina... pero prefería que las letras fluyeran directamente de mi a la tinta, era una manía de escritor como Amanda solía llamarla. Dejé mi mente en blanco buscando que las ideas llegaran a mí. Comencé a escribir algunos versos sin demasiado atino, pero poco a poco fui notando como entraba en el estado de insensibilidad absoluta que me dominaba cuando me llegaba la inspiración. La pluma prácticamente se movía sola sobre el papel, las ideas corrían de mi mente a la pluma y de la pluma al papel. Escribí y escribí sin pensar en nada, solo plasmando lo primero que llegaba a mi mente. No noté el pasar del tiempo, ni los ruidos de la calle que entraban por mi ventana. Poco a poco aquella sensación fue desapareciendo de mi mente y cuando se fue completamente miré el reloj. Habían pasado un par de horas, un par de horas de frenético trabajo. Había escrito cuatro o cinco folios llenos de ideas caóticas. Me asombré de lo escrito, la mitad de las palabras no las entendía y lo había escrito todo con una caligrafía lamentable. Había hecho hasta algunos dibujos parecidos a los del espejo pétreo. Hablaba continuamente de estrellas, de planetas, de soles... lo poco que estaba escrito en un idioma que podía entender apenas si tenía algún sentido para mí. Una fría sensación recorrió mi cuerpo entero, un terror enorme se fue apoderando de mí y tuve la fuerte sensación de saltar por la ventana. Recogí aquellos papeles e incluso la pluma y bajé corriendo a la cocina. Arrojé a las llamas las hojas escritas y la pluma ante la mirada atónita de Amanda que soltó un gritó cuando los objetos comenzaron a arder.
-¿Qué haces? ¿Por qué las tiras? ¿Estás loco? Era la pluma que te regalé...
No contesté y subí corriendo las escaleras en dirección al espejo del cuarto de baño. Observé todas y cada una de las figuras, seguían teniendo ese tono verdoso de siempre. Fui a mi despacho y saqué un montón de folios y un par de carboncillos. Me senté frente al horrendo espejo y comencé a calcar cada relieve de la piedra. Calqué todas y cada una de las escenas grabadas en la piedra y cada palabra escrita en él, mientras lo hacía me di cuenta de que alguna de esos símbolos habían sido escritos por mí mismo apenas unos minutos atrás en los mismos papeles que acababa de arrojar al fuego. Amanda subió y me miró extrañada mientras calcaba la piedra, no dijo ni una sola palabra, tan solo miraba al espejo y del espejo a mí.
Después de media hora había logrado calcarlo todo, ordené las hojas y me encerré en mi despacho dejando a Amanda en el cuarto de baño. En el suelo de mi despacho coloqué todas las hojas de papel recreando la silueta del espejo y fui observando todas y cada una de las figuras. Parecían ser una especie de guía de rituales, era como manual de instrucciones para algún tipo de sacerdote de una tribu. Seguramente los trazos que rodeaban cada escena sería una explicación detallada de las palabras necesarias o de los ingredientes necesarios para llevar a cabo el ritual. Observé detalladamente cada palabra de aquel extraño idioma, parecía que cuanto más lo miraba más coherente me parecía y descubrí que había una palabra que entendía perfectamente y que había escrito decenas de veces en los papeles que acababa de quemar. Cogí una hoja de papel y la escribí con letras grandes.
R'lyeh
Cuando terminé de escribir aquella desconocida palabra en la hoja de papel me embargó una fuerte sensación de desesperación y terror. Retrocedí hasta notar la pared contra mi espalda y tanteé hasta encontrar el picaporte de la puerta y salí rápidamente de mi cuarto. Aquella palabra resonaba en mi mente una y otra vez. Bajé al comedor corriendo, abrí el armario y saqué una botella de licor y un vaso ancho. Bebí un par de vasos hasta que fui notando como aquella sensación desaparecía lentamente. Desde arriba Amanda me preguntaba si sucedía algo, pero yo no la contestaba y apenas si la oía, solo pensaba en aquellas escenas grabadas en la piedra y aquellas extrañas letras. Amanda bajó las escaleras lentamente y se asomó al salón.
-¿Sucede algo cariño? Has salido corriendo y dando portazos...
-Nada Amanda, tranquila no pasa nada. Solo necesito estar solo y descansar un poco... prepara la comida por favor... - Di un largo trago al vaso e hice un ademán con la mano.
Ella salió lentamente del salón y la noté mover cacharros en la cocina. Me quedé con la mirada perdida y poco a poco me fuí sumiendo en un extraño sopor hasta caer dormido. Fue extraño, no recuerdo haber dormido tanto como para soñar... Aparecían escenas talladas en piedra y largas letras sin sentido todo sobre un fondo de color verde intenso. Me vi a mi mismo reflejado en todas partes, cada rostro expresando algo distinto, alegría, terror, extrañeza, dolor, placer... Notaba que algo rondaba a mi alrededor, algo terrorífico que vigilaba todos y cada uno de mis reflejos. Una extraña bruma empezó a cubrirlo todo, mis reflejos, las escenas y letras grabadas en la piedra...todo desapareció bajo la espesa bruma. Un frío intenso recorrió todo mi ser. La niebla poco a poco fue creciendo y volvíendose más y más densa. Dejé de ver nada. Solo oía un fuerte ruido metódico, que cada varios segundos sonaba a lo lejos. Me noté parado en mitad de la niebla, aunque no era consciente de mi propio cuerpo. Aquel sonido seguía de fondo. De repente entre la niebla fue apareciendo algo. Aunque mi cuerpo no se movió aquella mole surgió ante mí. Era una estructura de un tamaño descomunal, más grande que ningún rascacielos que hubiese visto nunca. La estructura parecía estar cubierta de una especie de limo de un color verde oscuro y de las esquinas colgaban unas largas lianas. Aquella escalofriante torre estaba llena de recovecos, de ángulos interiores y exteriores. La luz, que venía de algún lugar encima mía, incidía sobre la superficie de la torre creando un extraño juego de sombras que la hacían aún más imponente.
Esta visión se quedó grabada en mí a fuego, cada palmo de la verdosa piedra se plasmaba en mi mente. Aquella especie de ronquido eterno seguía sonando y cada vez parecía más cerca. Sin apenas advertirlo la estructura siguió moviendose y poco a poco se fue volviendo más clara... grabadas en la limosa piedra pude ver figuras de un tamaño descomunal, cada una de ellas era más grande que cualquier hombre y mostraban criaturas antropomorfas pero con extraños apéndices en las espaldas. Estas grandes criaturas se asemejaban a sapos y parecían estar sentadas en grandes piedras, pude observa que talladas en un tamaño minúsculo, frente a los grandes sapos antropomorfos, había humanos. Estos parecían llevar andrajos en lugar de ropa y todos tenían las manos alzadas al cielo como si les rogasen algo a aquellos seres.
El ronquido fue aumentando de intensidad y aquel pilar siguió avanzando frente a mí entre la espesa niebla. De repente entre la bruma y en lo alto de la ciclópea estructura me pareció ver una masa oscura que se movía regularmente con cada sonido... Inmediatamente en mi mente sonó algo parecido a palabras que extrañamente mi quebrada mente logró entender “Me despertó...”
Antes de que aquella voz pudiese terminar desconocido mensaje unas manos femeninas me sacaron del extraño sopor.
-Alfred, te quedaste dormido. La cena esta lista, vamos.
La miré con ojos desorbitados y con aquellas palabras aún resonando en mi cabeza, no entendía que acababa de suceder, en mi corazón pesaba todo lo recién soñado. Lo soñado porque era lo normal que sucedía cuando uno dormitaba, pues para mí no hubo ninguna diferencia con la realidad y aún ahora me parecía ver aquella bruma alrededor de mi esposa.
Me levanté con dificultad. Dejé el vaso vacío en el mueble bar y caminé tras mi mujer hacia la cocina. Allí apenas si pude comer nada, en cambio Amanda parecía que no había comido en años. No hablamos casi nada, nos limitamos a mirarnos en silencio. Después de la cena fuimos al salón y nos sentamos en el sofá mientras escuchábamos la radio. Ciertamente recuerdo encender la radio, pero no recuerdo nada de lo que dijo, en mi mente solo sonaba aquella especie de ronquido y esa voz de ultratumba diciendo “Me despertó...”. ¿Qué despertó a qué o quien? ¿Qué era aquello y porqué me parecía tan real todo? No hacía más que ver una y otra vez aquel extraño pilar, aquella especia de limo verdoso y esa figura que parecía respirar. Sumido en tales divagaciones no noté como Amanda se levantaba y apagaba la radio, me dio un par de suaves golpes con el dedo y entonces me moví sobresaltado.
-Vayámonos a dormir Alfred, es tarde y pareces cansado- Me miró fijamente a los ojos mientras pronunciaba aquellas palabras y me pareció ver a su alrededor un rastro de aquella leve bruma... cosas del sueño pensé entonces.
- Si cariño, estoy algo cansado. Acostémonos ya.
Subimos juntos las escaleras y al pasar delante de mi despacho comprobé que estuviera completamente cerrado y entré en nuestro cuarto. Amanda estaba en el cuarto de baño y no me notó entrar, estaba frente al espejo y lo tocaba con su mano derecha con la mirada perdida en su propio reflejo. Me desvestí mientras la miraba extrañado, no se movió. Al quitarme los zapatos los dejé caer con fuerza en el suelo, el ruido pareció sacarla de su estado de trance. No dijo nada, comenzó a quitarse los pendientes como si nada hubiera sucedido, y quizás no había notado nada.. Me acosté y espere a que ella también lo hiciera, apagué la luz y nos tapamos con el edredón. Poco después notaba como Amanda dormía, sin embargo yo era incapaz de cerrar los ojos. Cada vez que lo hacía aparecía frente a mí aquella imponente estructura y aquella terrorífica figura palpitante. No podía dejar de pensar en aquello tan extraño que soñé, me obligué a mi mismo a no dormirme... no quería correr el riesgo de volver a soñarlo. Pasaron así algunas horas, con la mirada perdida en el techo y la gutural voz resonando en mi cabeza “Me despertó...”
Dí varias vueltas en la cama, Amanda pareció medio despertarse alguna vez pero inmediatamente me decía que me estuviera quieto y seguía durmiendo. Pero yo seguía sin poder dormir, siguieron pasando las horas y yo de cara la cuarto de baño notaba como lentamente mis ojos comenzaban a cerrarse. Luche fervientemente por mantenerme en vela y no caer en el sueño de la noche, para no volver a aquel sitio...Pero era una lucha perdida, poco a poco fuí entrando en un agradable sopor y justo antes de cerrar los ojos definitivamente me pareció ver un leve reflejo verde proveniente del cuarto de baño. Mis ojos se cerraron definitivamente. Repentinamente volví a verme rodeado por aquella bruma espesa y frente a mí surgió otra vez aquél pilar del demonio. Sobre él seguía aquella figura palpitante, no parecía ser demasiado grande ni demasiado pequeña tampoco muy alta ni muy baja y fuí incapaz de determinar su anchura pues con cada mirada parecía desinflarse e hincharse. Aquel ronquido seguía resonando por todo aquel lugar... todo parecía ser como mi anterior sueño... con una excepción. Frente aquel ser salido de ninguna parte había otra sombra, esta era claramente humanoide y de tamaño normal. Parecía tener las manos en alto en actitud de oratoria y con cada ronquido de aquel ser los movía frenéticamente. Una voz resonó por todos lados “ Ella me despertó...”
Pero antes de que pudiera terminar de escuchar aquella extraña voz y su incomprensible mensaje algo me despertó de aquel sueño. Dí un brinco en la cama y abrí los ojos, a mi lado la cama estaba completamente vacía. En mi mente resonaban aún las terroríficas palabras de aquel ser y en la oscuridad de la habitación me pareció verlo. Cerré los ojos con fuerza tratando de sacar aquella imagen de mi embotada mente. Revisé la habitación lentamente, no había ni rastro de Amanda, entonces vi que de debajo de la puerta del baño surgía un halo de luz. No venía ningún sonido de la habitación. Me quedé en silencio, mirando la puerta cerrada y esperando que Amanda saliera. Nada. Pasaron algunos minutos y no parecía que fuera a salir. Esperé y esperé, poco a poco me fui sumiendo en de nuevo en un inquieto sueño.
Segunda parte de la división ficticia que he hecho de mi relato. Este relato es el segundo relato que escribí por completo de forma consciente (no es que haya escrito otros en un estado de sopor onírico como Alfred, sino con cierta edad y conocimiento de lo que hacía xD). Lo cierto es que me gustó mucho el resultado final. Veremos a ver que os parece finalmente. Un saludo